El 62 por ciento de los consultados en un sondeo dijo que algunas noches toma más de un litro de cerveza.
Ella tiene 16 años, anillos en todos los dedos y las uñas pintadas de violeta. La del pulgar es muy larga, y en el tramo que sobra del dedo tiene una bolita incrustada. Con la bolita hace clink contra el vidrio de una petaca de licor de menta. “Epa”, le dice a una amiga sentada al lado, sobresaltada porque la botellita achatada está mal cerrada y casi se vuelca. Con la tapita ajustada, en un segundo el tesoro va a parar al bolsillo de adentro de la campera. Son las once menos cinco de la noche del miércoles de la semana pasada y las chicas están en el asiento de atrás de un colectivo que calienta el motor en la estación de Lanús.
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